El apoyo de la Comisión Española de Cooperación con la UNESCO durante la pasada Final Nacional en la Cámara de Comercio de España permitió destacar la importancia de la buena gestión empresarial para el desarrollo y fortalecimiento de la “Cultura de la Paz”, eje principal de actuación de la UNESCO.
Este año se celebra el 70 aniversario de la Organización de Nacionales Unidas para la Ciencia, la Cultura, la Educación y la Comunicación (UNESCO), que nació con el propósito de que una catástrofe como la Segunda Guerra Mundial no volviera a producirse, a través de la consecución de una nueva forma de concebir la cultura y las relaciones internacionales, la declarada intención de conseguir una “Cultura de Paz” en un entorno marcado por la colaboración y no la supremacía, por un entendimiento entre las mentes de los hombres y un desarrollo armónico de los elementos de la civilización, de fórmulas de convivencia basadas en la libertad y la cooperación. Para la consecución de esos objetivos se diseñó una organización que no solamente sirviera de foro para los intereses de los Estados Miembros, sino que contara asimismo con la participación de intelectuales, artistas y educadores de los distintos países que, a través de las Comisiones Nacionales, canalizaran a la Organización las inquietudes y las iniciativas de la Sociedad, dentro del respeto a los valores de paz y cooperación que constituyen los pilares de la Organización.
Estos objetivos marcados por la organización podrán, en principio, parecer extraños al mundo empresarial, pero es extrañeza solamente tendría razón de ser desde una perspectiva estrecha y basada únicamente en fines de lucro carentes de cualquier otro tipo de condicionamiento. La actividad empresarial es mucho más que eso, es una pieza esencial del mundo, la locomotora económica de la sociedad, y es por eso necesario desechar esa visión limitadora y situar la actividad empresarial en la órbita humana en el sentido más amplio de la palabra y no como una expresión de ese presunto “homo economicus” cuya única motivación sería la acumulación de riqueza. Y desde ese punto de vista, la empresa tiene mucho que aportar a la UNESCO y viceversa.
La cultura de la paz, el fomento de la educación y la cultura y la investigación científica no existen en el vacío, sino que se encuentran imbricadas en un esfuerzo general, del que la empresa forma una parte esencial y necesaria. La creación de riqueza, objetivo de la actividad empresarial, facilita y se beneficia de la investigación; la educación permite aquilatar y refinar los mecanismos empresariales; y la libertad de expresión y la cultura favorecen la buena marcha de la empresa en un entorno de libre competencia. Al mismo tiempo, la riqueza producida por la actividad empresarial permite la mejora de la educación y el desarrollo de la investigación y la ciencia. UNESCO, al hacer del concepto de desarrollo sostenible el eje de su actuación, al centrar su actuación en la preservación productiva, trata de conseguir que la conservación del patrimonio tenga una importancia económica y una repercusión favorable en la vida de los ciudadanos, de forma que el legítimo orgullo por los monumentos histórico lleve aparejado un interés económico que contribuya a la preservación de ese mismo patrimonio. La sostenibilidad, el respeto al medio ambiente y la consideración del mundo como un riqueza común, un patrimonio compartido en libertad, son, así, elementos fundamentales de la cultura de la paz que UNESCO quiere fomentar. La empresa necesita interiorizar esa “Cultura de la Paz” porque las actividades humanas, incluyendo, por supuesto, las actividades económicas, necesitan de un ambiente pacífico, carente de tensiones extremas, en qué desenvolverse. En definitiva, el desarrollo sostenible, el respeto al medio ambiente, la consecución de un ambiente pacífico son un buen negocio.
Federico Palomera es el Secretario General de la Comisión Española de Cooperación con la UNESCO.